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El protector/perseguidor

Dentro de nuestra cabeza

Muchos de nosotros tenemos un perseguidor dentro de nuestra cabeza.

Fue nuestro protector mientras fuimos pequeños viviendo en un lugar o situación que nos dañaba, se encargó de protegernos haciéndonos más invisibles, más pequeños, más tolerables, permitiendo nuestra supervivencia y adaptación a unas circunstancias de las que como niños no podíamos escapar.

Se encargó, sin remedio, de guardar a resguardo nuestra chispa, nuestra individualidad, nuestra esencia vital.

Nos volvió menos curiosos, menos creativos, menos arriesgados.

Hoy, ya adultos, ese protector se ha convertido en nuestro perseguidor.

Aparece cuando hay cambios a la vista, cuando nos sentimos vulnerables, cuando las cosas se mueven de su sitio. Y nos viene al oído a decirnos cosas como «no eres suficiente», «no merece la pena», «no te va a salir bien», y en su forma más dura «te abandonarán de nuevo», «no eres digno de amor».

Eso que de niños nos ayudó ahora es el mayor obstáculo para lograr sentirnos plenos y libres.

A veces hay que quitar muchas capas de vergüenza, pero ahí debajo, sigue estando, quizás adormilado, aquel que de verdad somos. Aquel que hemos venido a ser.

«Todo lo de fuera dice al individuo que no es nada, mientras todo lo de dentro le persuade de que lo es todo»
ANONYMOUS (D.T. SUZUKI, LECTURES ON ZEN BUDDHISM, 1957)

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