En el nuevo paradigma de la información en red, rápida y aséptica crecen y crecen los consejos, las recomendaciones, las advertencias y las listas de lo que sí y de lo que no se debe hacer.
Parece que unos pocos tuviéramos los conocimientos necesarios y perfectos para todas las familias, para todos los bebés, para todas las madres, para todos los padres…
La verdad absoluta, la receta perfecta.
Parece que es eso lo que necesitáramos; alguien que nos diga cómo hacerlo. Como si no pudiéramos fiarnos de nosotros, y sobre todo, como si no pudiéramos fiarnos de lo que nuestros hijos/as expresan, con sus llantos, sus miradas, sus palabras…su simple presencia.
Y así las cigarras acudieron al búho, sabio del bosque, en busca de consejo para sobrevivir al invierno.
El búho en su sabiduría propuso a la cigarra convertirse en una marmota, pues es sabido que las marmotas duermen todo el invierno, y al revivir la primavera despiertan de su letargo.
Así la cigarra podría tomar su forma de cigarra y seguiría su vida alegre cantando bajo los rayos del sol del verano.
La buena cigarra se fue convencida de su propósito y que llegando el invierno sobreviviría en su sueño marmotal.
Afortunadamente la cigarra sobrevivió, pero poco le faltó para haberse ido al otro barrio, muerta literalmente de frío.
Cuando, indignada, volvió en la primavera a reprochar a su inútil consejero, este se excusó diciendo:
«yo te di la fórmula, la realización práctica era cosa tuya».
¿Y si nos entrenáramos en escuchar?
Escuchar de verdad, con todos los sentidos.
¿ Y si pudiéramos conseguir una mirada más abierta, más compasiva, más paciente?
¿Y si practicáramos para ser unos buenos observadores en vez de evaluadores?
Puede que quizás entonces nuestras dudas se disiparan, puede que hasta aprendiéramos a convivir con ellas, probando, rebobinando, mejorando. Liderándonos a nosotros mismos y a nuestras hijas/os desde un liderazgo natural, honesto, amoroso, que no lo sabe todo, pero que sabe amar, de verdad, LO QUE ES.