Una pregunta que recibo habitualmente en mis sesiones tanto grupales como individuales es cómo volver a sentir deseo después de la maternidad y paternidad.
Está claro que no todas las personas lo experimentan pero para muchos/as el sexo los primeros años de crianza se vuelve un fantasma, de vez en cuando nos acordamos de que existe y quizás, si el agotamiento no consigue poder con nosotros incluso lo practicamos, y entonces decimos al unísono: ¡Tenemos que hacerlo más! ¡Con lo bien que nos sienta!
Y es que el sexo es una manera de liberar energía, un perfecto aliado para las frustraciones y tensiones que a veces lleva implícito el acompañar el desarrollo y crecimiento de nuestros hijos/as.
Pero el día a día nos vuelve a absorber y volvemos a ponerlo al final de la cola. Eso en el mejor de los casos.
Muchas personas que vienen a mis sesiones se sienten frustradas por no poder sentir ese deseo, me comentan incluso que es como si hubiera dejado de interesarles por completo. Y se sienten frustrados/as, incluso se plantean si su relación ha dejado de tener sentido.
En la vida que llevamos hoy en día, conciliar familia y trabajos es algo realmente difícil, y cuando nuestros niños/as son pequeños los momentos para estar juntos se vuelven casi una fantasía y cuando aparecen suelen parecerse más a un cambio de turno de trabajo; ha hecho cacas, todavía no se ha echado la siesta y hoy no se que le pasa pero lleva todo el día irritado…
Y quizás por la noche cuando el día parece que hubiera tenido 72 horas en vez de 24 nos sentimos totalmente agotados para comenzar algo que requiere de esfuerzo físico y mental
Y es así, porque el sexo, como dice Esther Perel no es algo que hagamos es un lugar al que vamos.
Un lugar al que vamos a encontrarnos con una parte de nosotras mismas/os. Y para llegar a ese lugar necesitamos no tener que encargarnos de otro, necesitamos poder atendernos solo a nosotras/os.
Desde esta mirada, es fácil entender que nos resulte difícil salir de ese estado de cuidados para ir a un lugar donde «nos olvidamos del mundo» cuando la aventura dura y maravillosa de tener un bebé implica que éste depende de nosotros para su supervivencia.
Para nuestra cabeza puede ser muy difícil desconectar e incluso podemos, inconscientemente, tener una resistencia a hacerlo. Ya que durante el resto del tiempo estamos muy conectados con la parte de nosotros que cuida de otros.
Si a esto le sumamos que pasamos poco tiempo juntos y el tiempo que pasamos lo necesitamos para compartir tareas y obligaciones tenemos el extintor perfecto para nuestra llama.
Porque hay una clave en esto del deseo:
El fuego necesita aire.
Cuando pregunto en qué momentos se sienten más atraídos/as por sus parejas, las respuestas más habituales suelen ser: cuando se va de viaje unos días y hablamos por teléfono, cuando le veo enfrascado/a en una actividad que se le da bien y disfruta, cuando está hablando con otra persona de algo, cuando estamos fuera y veo el interés en él o ella de otra persona, cuando le veo jugar con nuestros hijos/as…
Es decir nos sentimos más atraídos/as por nuestras parejas cuando creamos la distancia suficiente para apreciar en ellos/as aquellas cosas que nos atraen.
Necesitamos crear un espacio, no demasiado lejos, ni demasiado cerca, un espacio agradable donde podemos vernos uno a otro.
Pues bien, durante estos años, esos momentos pueden brillar por su ausencia y quedarnos la sensación de que somos únicamente compañeros de trabajo.
Y encontrarnos que, en el mejor de los casos, solo conectamos con esa parte erótica cuando estamos solos.
Y así poco a poco, nos veamos atrapados en una espiral de reproches, frustraciones, mal humor y vuelta a empezar.
Pues bien, antes de nada, quiero aclarar que practicar sexo no es una obligación y que cada uno y una de nosotras sentirá las ganas de volver a ese lugar en momentos distintos.
Es del todo normal que durante los primeros meses de la llegada de un bebé no nos apetezca y no hay ninguna razón para forzar algo que no es lo que queremos en ese momento.
Y desde luego, estoy totalmente en contra de que se vuelva una obligación dentro de las mil millones de ellas que acompañan la maternidad y paternidad.
Dicho esto, puede que haya un momento en el que algo vuelva a querer despertarse en tí y te hayas ido tan lejos que no encuentres el camino de vuelta.
Si ese es tu caso, estas ideas son para ti:
- Empieza por ti.
Empieza por reencontrarte con tu cuerpo. Reservarte un espacio a la semana para tener un rato solo para ti. Para darte un baño, acariciarte, volver a tomar contacto con tu cuerpo.
El erotismo es algo que nace en ti, deja que tu cuerpo y tu mente reconecten con aquellas sensaciones.
- Añádelo a la larga lista de cosas que tus hijos/as necesitan de ti.
Muchas veces sentimos culpa al dedicarnos espacios y tiempo a nosotros. Y sin embargo no conseguimos estar presentes con nuestros hijos en muchas ocasiones.
No estoy hablando de quitar nada de lo que ellos necesitan, tan solo piensa si puedes encontrar pequeños momentos que te permitan reconectar contigo misma/o. Conforme tus hijos/as vayan creciendo cada vez te será más fácil encontrarlos pero quizás hay algo que puedas hacer ya mismo.
- Revisa tu sexualidad
Convertirnos en padres y madres es una experiencia evolutiva muy importante, aprovéchala para darte permiso para explorar y ver qué te erotiza más ahora. Explora tus miedos y pregúntate cómo lo has vivido hasta ahora.
Cómo es para ti dar; siempre ofreces más de lo que luego sientes que recibes o por el contrario es algo difícil para ti. Cómo experimentas recibir; consideras que lo que te recibes es lo que es y ya, piensas siempre en la otra persona, sientes que tardas demasiado y dejas tu satisfacción por detrás de la de la otra persona. Cómo es para ti pedir; te cuesta hablar con tu pareja de las cosas que te gustan. Cómo llevas rechazar; te cuesta decir ‘no estoy disfrutando de eso, hagamos mejor eso otro’.
- Olvídate del sexo para pensar en el erotismo.
Tendemos a focalizar las relaciones sexuales en tener sexo con otra persona y sin embargo cuando hablo con mis clientes veo claramente como lo que echan de menos es algo que abarca mucho más que eso. Es sentirse deseada/o, mirado/a, atendida/o, tenido/a en cuenta. Es el juego que rodea la seducción.
Volved a tener un lenguaje erótico, un mensaje de móvil diciendo lo echo de menos, te echo de menos. Una nota imprevista. Cualquier cosa que le recuerde a la otra persona que tú también estás teniendo esos sentimientos.
- Permite que tu necesidad de amor y seguridad y tu necesidad de aventura y pasión se den la mano.
Estas dos necesidades fundamentales se dan en todas las personas. Y la manera en la que has experimentado la seguridad y el deseo de aventura en tu infancia ha sido crucial para la manera en la que la experimentas ahora. ‘Dime como te amaron y te diré cómo amas’.
La realidad es que necesitamos la seguridad para explorar pero también necesitamos la aventura y la inseguridad para sentirnos vivos.
Cuando hablamos de desear algo, parece que estuviera en el lado opuesto del verbo ‘tener’ que es el verbo que utilizamos cuando amamos.
Pues bien, es importante recordarnos que nunca ‘tenemos’ a nuestra pareja. Esa capacidad de convivir con cierto grado de incertidumbre es lo que crea el aire fundamental para que pueda surgir la llama del deseo.
Amar es un verbo, y los verbos son dinámicos, implican acción, responsabilidad, intención y planificación. Nadie vive en un estado constante de pasión. Sostener la pasión es algo que cultivas pero siempre va a fluctuar.
Levántate por la mañana y piensa qué puedes hacer tú para viajar a eros ese día, toma tu responsabilidad.
Con la responsabilidad va tu libertad de cambiar tú mismo/a.
O dicho de otro modo,
si quieres que algo cambie, empieza por ti.