Imagínate que heredas de tus padres una cocina mágica en la que puedes disponer de toda la comida que desees, en la cantidad y del tipo que quieras. Como tus padres te alimentaron incondicionalmente, tú aprendiste a hacer los mismo con tus niños. Y ellos están muy contentos porque les encanta tu comida.
Tu comida es tan nutritiva y deliciosa que nunca se empachan ni sueñan con comer chucherías u otro tipo de comida menos sana. Además tú nunca usas la comida para castigarles o premiarles, de modo que ellos confían en que merecen ser alimentados simplemente por ser tus niños.
Tampoco luchan entre ellos ya que saben que siempre hay suficiente comida para todos.
También das comida de manera gratuita a amigos, vecinos, y todo aquel que necesita comer por el simple placer de compartirla. Sabes que no tienes porqué guardarla ya que tus reservas nunca se acaban.
Entonces, un día, una persona llama a tu puerta y le ofrece a uno de tus niños una porción de pizza recién hecha y caramelos a cambio de que se haga cargo de él emocionalmente. Como tú y tus niños estáis tan llenos y veis que no se hace cargo de sus propios niños ni les da comida, vuestra respuesta es, «No, gracias, ya tenemos suficiente comida.»
Otro día, una persona diferente llama a vuestra puerta. Esa persona es como tú en cuanto a que tiene un montón de niños a los que da de comer generosamente y que están contentos y satisfechos. Esa persona se siente muy atraída hacia tu manera de cocinar en tu cocina mágica, pero no necesita tu comida ya que le encanta cocinar y también tiene muchísima comida. A sus niños les encanta jugar con los tuyos. Les encantaría irse a vivir a tu casa pero saben que su padre/madre cuidará de ellos sin importar lo que pase y por eso confían en que sea él/ella quien elija donde quedarse a vivir.
Decides invitarle a compartir tu casa y los dos disfrutáis de la forma de cocinar del otro. Todos los niños adoran la nueva mezcla de sabores que vienen de la cocina.
Ahora imagina que vives en un vecindario distinto. Eres muy pobre y casi no tienes dinero para alimentar a tus niños. Como están tan hambrientos, el más joven y débil llora desesperado todo el tiempo y te suplica que busques alguien que os de comida. Su desesperación te afecta tanto que decides encerrarlo bajo llave en el sótano para que no esté todo el tiempo colgado de ti recordándote su sufrimiento.
Así fue como tus padres te dijeron que había que tratar a los niños cuando se ponían muy pesados.
Te esfuerzas a fondo en ignorar las rabietas de los pequeños, sin embargo no puedes dejar de oírlos a través de las paredes de tu casa. La urgencia de sus necesidades es como un martillo golpeándote en la cabeza.
Algunos de los niños más mayores empiezan a perder la confianza en tus habilidades para mantener a tu familia y se cogen la responsabilidad adulta de presionarte para que trabajes más duro tratando de calmar a los que están llorando hambrientos en el sótano. Poco a poco se vuelven muy críticos hacia tu trabajo, tus hábitos y todo lo que haces y gastan muchísima energía intentando mantener a los que están en el sótano alejados de ti.
Cuando la persona con la pizza y los caramelos pasa por delante de tu puerta, los niños del sótano huelen la comida a distancia. Se vuelven locos de alegría con la idea de ser alimentados y liberados del sótano.
Idealizan a la persona de los caramelos y hacen todo por complacerle.
Tú y los niños mayores también tenéis hambre, estáis agotados e impresionados al ver cómo la persona de los caramelos hace sentir a los niños del sótano.
La sola posibilidad de no tener que lidiar con ellos y dejar que sea otro quién se encargue suena maravillosa. Consecuentemente, a pesar de algunas advertencias acerca de la mala calidad de la comida que trae, los niños mayores y tú acordáis satisfacer las necesidades emocionales de esa persona como pago por tener comida asegurada.
Mientras se va volviendo cada vez más tacaño/a con la cantidad de pizza y de caramelos, los niños se van haciendo cada vez más adictos a ellos. Y cada vez que mencionas la posibilidad de sacarlo de vuestra vida, te ignoran.
Ahora imagina que la comida de esta historia en realidad es AMOR y que los niños son partes de ti mismo/a.
Puede que te identifiques con el que tiene la cocina mágica y aceptes todas tus diferentes partes de manera incondicional, simplemente porque forman parte de ti. De ese modo no te verás atraído/a por las falsas promesas de algunas personas. Y cuando encuentres una pareja, tus partes no se volverán dependientes, demandantes, protectoras o tan fáciles de herir que necesiten crear dramas o te lleven a tolerar cualquier tipo de abuso. Sino que cada una de ellas amará a tu pareja de manera diferente enriqueciendo vuestra relación con la seguridad de que si esa persona las hiere tú estarás allí para cuidar de ellas y enfrentarte al conflicto.
Si eres como mucha gente de nuestro entorno cultural, sin embargo, habrás aprendido de tus padres y demás personas de tu entorno a exiliar determinadas partes de ti mismo/a. Y el sótano de tu psique estará lleno de niños hambrientos de amor, niños internos vulnerables.
Como estos niños obtienen tan poco de ti mismo/a, están obsesionados imaginando que encontrarás a alguien que les rescatará y les liberará de su desesperación, tanto es así que te ocultarán los defectos de esa persona para que no los puedas ver.
Participarán activamente en la elección de esa persona ‘no recomendable’, y como están tan necesitados y se sienten tan vulnerables, harán que te quedes a su lado por mucho tiempo. Sentirán fuertemente el daño que les hagan y estarán constantemente comprobando lo cercano/a o alejado/a que esté esa persona de ti, o de otras personas.
Entonces, ¿dónde encontrar algo parecido a una cocina mágica, una fuente ilimitada de amor en la que todas tus partes puedan coger lo que necesitan?
Es un lugar en el que no se te ocurriría buscar:
ERES TÚ MISMO/A
A tus partes les cuesta creerlo ya que se han tragado los mensajes culturales y han aprendido de ti que su única esperanza de encontrar el amor estaba fuera.
Texto adaptado y traducido por Patricia de la Fuente extraído del libro: You are the one you’ve been waiting for. Richard C. Schwartz. 2008. Metáfora de la cocina de Don Miguel Ruiz (1999)
Richard C. Schwartz es el creador del modelo de psicoterapia Internal Family Systems.