Hoy quiero hablarte de unas partes de nosotras que también nos ayudan a sobrevivir.
Porque si te hablo de que el hambre, el miedo y la ira son partes de ti que tienen que ver con tu supervivencia física, las reconocerás fácilmente. Sin embargo, también tenemos otras partes cuya función, a medida que vamos creciendo, es ayudarnos a sobrevivir con éxito en nuestro entorno social.
Durante los primeros años de tu vida hubo respuestas, cuando eras bebé, que activaban las partes ‘cuidadoras’ de tus padres. Estas partes que inicialmente tenían la intención de mantener cerca las partes de mamá y papá más maternales y paternales para garantizarte tu supervivencia, las internalizamos de tal manera en nuestro cerebro y en nuestro carácter hasta convertirlas en unas partes que podríamos llamar “buscadoras de aprobación”.
Mientras tanto, nuestra madre y padre pudieron empezar a intentar que desarrolláramos partes que nos ayudasen a ser independientes de ellos, de manera que empezaron a querer que hiciésemos pis en el baño, que comiésemos determinada comida y a unas horas concretas, que nos durmiéramos cuando tocaba y que jugásemos en unos momentos concretos. La manera en la que ellos hicieron este trabajo y respondieron a nuestro comportamiento, fueron determinantes en el desarrollo de algunas partes de nosotras: partes directivas que saben qué es seguro para nosotras tocar en casa y qué no lo es, qué puedo decir y qué es mejor callar, qué es “bueno” y qué “malo”, qué me convierte en “una buena chica” y qué me hace ser “una mala hija”, qué comportamientos hacen que mamá me mire, me atienda, me escuche y cuales provocan que ella retire su afecto.
Después de esos años de tener todas esas interacciones se desarrollaron en nosotras partes que habían aprendido bien la lección de todas esas experiencias vividas y que se volvieron unas partes juezas, críticas y moralistas en nuestro sistema interno.
Estas partes son similares a lo que Eric Berne en el Análisis Transacional llama el estado de “padre crítico”, y tiene parecido con lo que Freud llama el “superego”.
Las partes críticas, las que nos juzgan se desarrollan dentro de nosotras porque intentan conseguir la aprobación de los demás.
Estas partes han aprendido cuales son las expectativas del mundo que nos rodea y ahora nos mandan esos mismos mensajes sin necesidad de que nada de fuera las active.
Esta dura crítica y jueza que llevas dentro está, a menudo, protegiendo partes muy vulnerables de ti que pueden ser heridas fácilmente si perciben que alguien te critica o te rechaza.
Esas partes vulnerables acarrean mucha culpa y un gran sentimiento de vergüenza.
Para equilibrar nuestro sistema interno, la mayoría de nosotras tenemos una parte rebelde que lucha contra todos esos mensajes críticos internos y externos. Estas partes suelen estar especialmente activas y fuertes durante nuestra adolescencia.
¿Cuál crees que es su función?
Mientras la parte de ti que te critica y te juzga tiene la función de intentar ayudarte a que te adaptes a las normas familiares y sociales que te han tocado, la parte rebelde quiere ayudarte a luchar contra esas expectativas sociales y familiares de manera que puedas desarrollar una autonomía y una identidad propia.
Una de las metas que buscamos al entrar en nuestro mundo interior usando el modelo de Los Sistemas de la Familia interna (IFS) es lograr equilibrio en nuestro sistema interno.
Favoreciendo la recuperación de la capacidad de sentirnos seguras dentro de nuestros cuerpos, creando un apego seguro con nosotras mismas.
Esto no ocurre por arte de magia.
Requiere de un proceso en el que poco a poco vamos llegando a ese lugar donde nos sentimos seguras y con confianza.