Tu sistema nervioso autónomo es algo así como el cableado que une tu cerebro con tu cuerpo. De esa manera tu cerebro puede saber qué está pasando más abajo.
El 80% de esas fibras nerviosas están encargadas de llevar información de abajo hacia arriba y tan sólo el 20% es información descendente, motora.
Esto quiere decir que hay un 80% de fibras nerviosas mandando constantemente información de tu cuerpo al cerebro para que este la interprete.
Es algo así como si estuviera constantemente preguntando:
¿Es seguro?
Y eso se lo pregunta:
- Dentro de tu cuerpo: detectando si existe algún problema en tus órganos internos.
- En tu entorno: buscando señales de seguridad y peligro en los lugares en los que estás.
- En las otras personas: leyendo en los gestos y en el lenguaje no verbal para detectar si son seguras para ti o no.
Si todo indica que puedes estar segura, tu sistema nervioso activará la rama más evolucionada y tu sistema será capaz de conectar socialmente y pedir ayuda si la necesita, además de estar en un estado óptimo para el mantenimiento de tu salud, tu crecimiento y la reparación del daño.
En ese estado es posible el aprendizaje y el acceso a nuestras mejores cualidades.
Si tu sistema detecta alguna señal de peligro pondrá en marcha las diferentes respuestas de defensa con las que cuenta para devolverte a la seguridad. Y automáticamente bloqueará el compromiso social (nadie ni nada es confiable en esos estados).
¿Imaginas las implicaciones que tiene esto para cosas como la aprendizaje, el tratamiento de enfermedades, la terapia…?
Hasta aquí todo bien, sin embargo hay una clave que es importante tener en cuenta.
Esta seguridad es subjetiva, no es una seguridad en términos absolutos sino que es una seguridad percibida, bueno el termino correcto en realidad es ‘neuroceptada’ ya que ni siquiera la percibimos, va directamente al cerebro.
Puesto que este sistema nervioso se ha configurado durante los primeros años de vida a través de las experiencias vividas, diferentes personas pueden tener diferente interpretación de lo que es seguro o inseguro para ellos.
Por lo tanto nos podríamos encontrar con sistemas nerviosos muy diversos, unos muy desarrollados para responder de manera defensiva y quedarse atrapados en esos estados y otros sin embargo, fácilmente regulables que son capaces de responder de maneras más eficaces a las circunstancias que la vida les presenta.
Tu sistema nervioso creció en la misma casa y fue al mismo colegio al que fuiste tú.
Todas estas decisiones que toma nuestro sistema nervioso autónomo suceden antes de que nosotras podamos tener ningún control sobre ellas. Por esa razón, por mucho que hayas trabajado en tus conductas, que hayas intentado controlar tus comportamientos tu éxito es posible que haya sido escaso o temporal.
Modificar estas respuestas automáticas requiere de otros caminos a los que estamos acostumbrados.
Trabajar a nivel del sistema nervioso autónomo requiere adquirir habilidades detectivescas para detectar tus diferentes estados y aprender a regularlos. Practicar para tonificarlo y hacerlo más fluido.
El beneficio es inmenso puesto que cuando tu estado autónomo cambia, tus pensamientos, emociones y sensaciones cambian con él.
Por lo tanto tu manera de ver lo que está pasando y relacionarte con eso se transforma, dándote acceso a tu creatividad, confianza, perseverancia…
Puesto que la historia que tu cerebro te cuenta sigue al estado autónomo en el que te encuentras.